martes, 5 de abril de 2011

¿Morir por un ideal?

¿Podemos sostener un ideal al punto de morir por él? ¿Hasta que punto es recomendable que así sea?
Varios filósofos han muerto, por defender sus ideas, sus ideales. El hecho de morir por un ideal, transforma al pensador en leyenda, a las ideas en creencias y es un camino extremadamente veloz para captar adeptos a la ideología, ya que el mártir, el que muere por pensar distinto, o el rebelde que es condenado por ir en contra del sistema, siempre quedará inmortalizado en la memoria colectiva. Aristóteles, Cristo, Juan el Bautista o Juana de Arco son algunos de los ejemplos más relevantes de la historia de la humanidad.
Los personajes anteriormente nombrados dejaron una marca en la historia, dejaron su firma, consiguieron la inmortalidad porque sus ideales eran válidos, o por lo menos pretendían una mejora del mundo. Sin embargo, hoy en día hay ciertos ideales que nos rodean e inclusive nos obligan a seguirlos, como el ideal de la perfección. Una perfección que obviamente se torna inalcanzable, pero la sociedad exige todo el tiempo más y más de nosotros. Esta situación es perfectamente mostrada en la Película "El Cisne Negro", donde la protagonista, en pos de conseguir el ideal de la perfección y la belleza artística, despierta en sí misma un impulso tan oscuro, tan incontrolable, que la lleva al suicidio. ¿Consiguió el ideal de la perfección? Probablemente. ¿Valió la pena morir por él? Cada uno sacará sus propias conclusiones.

                                  Natalie Portman.

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